Testimonio
3 años sin jugar
9 febrero 2024
Hace tres años, el 13 de abril, mi mujer descubre por segunda vez que estoy jugando. Aparte del daño económico, en un instante se derrumba todo lo que había construido conmigo. Tras un sin fin de mentiras en las que juraba y perjuraba que no había vuelto a hacerlo, ya no puede distinguir entre lo real y lo falso, no sabe realmente con quién está casada y todo su mundo se viene abajo. Ni siquiera yo mismo sabía ya quien era.
La desesperación de su llanto, la sensación de impotencia y no saber en qué había fallado, por qué no se había dado cuenta de lo que pasaba, cómo podía estar tan ciega de creerse todas y cada una de mis mentiras, provocaron en mí el deseo de trazar una línea que no quería volver a cruzar bajo ningún concepto.
Tal vez no sea el sitio más apropiado para decirlo, pero ese día, en ese momento, hice mi última apuesta, quizás la única que realmente he ganado: NO DEJARÍA QUE EL JUEGO ME VOLVIESE A ENGANCHAR.
Podemos llamarlo suerte, coincidencia, o simplemente casualidad, pero ese mismo día elegí el número de esta Asociación de entre los que aparecieron en Internet. Era sábado. Y el lunes, a las nueve de la mañana, comenzaba mi rehabilitación con Tino, la mano física a la que me agarré con todas mis fuerzas para dar ese primer paso.
Hoy, me habéis dado un diploma en el que figura mi nombre (encima de una línea). Lo primero que voy a hacer en cuanto pueda, será poner debajo del mío, con letras mayúsculas, el nombre de mi familiar, de mi mujer. Y la pongo debajo, porque ella es la que me ha sostenido durante estos tres años, la que me ha apoyado, la que me ha animado, la que no me ha hecho reproches y la que ha creído en mí. Con ese gesto quiero demostrarle mi agradecimiento y mi compromiso de seguir adelante.
También faltan dos nombres en este diploma que escribiré en la parte de atrás, el de mis hijos. Desde que se enteraron, han estado ahí, casi siempre en la sombra, pero atentos para intervenir cuando hizo falta. También supieron guardarse los reproches que sin duda he merecido. Con este gesto, quiero representar las vacaciones que se merecieron y no tuvieron por mis acciones; las continuas ausencias, aunque estuviese físicamente en casa; las contestaciones indebidas, el mal humor, la lejanía… Mi intención es volver a estar con vosotros, aunque a veces resulte molesto.
Por último, agradecer a cada uno de los miembros de esta Asociación el apoyo, la escucha, los consejos y los ánimos que han hecho posible llegar a este punto y que, estoy seguro, me ayudarán a conseguir metas más altas. Ahora, desde mi posición, quiero estar a disposición de aquellos que me puedan necesitar y a los que les pueda servir de ayuda mi experiencia y el camino que, siempre acompañado, empecé hace tres años y no pienso abandonar.
¡La adicción al juego tiene solución!
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